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La risa tiene un sinfín de beneficios físicos, como la mejora del sistema inmunitario, el aumento de la capacidad pulmonar o el alivio del dolor. Además, es una estupenda “medicina emocional”, que sienta especialmente bien a la gente mayor en situaciones de soledad, tristeza, depresión o ansiedad.
La llamada risoterapia se considera una técnica alternativa terapéutica para dolencias mentales y corporales desde que en 1976 el periodista Norman Cousin publicó un artículo en el New England Journal of Medicine que luego desarrolló en el libro “Anatomía de una enfermedad o la voluntad de vivir”. Cousins padecía espondilitis anquilosante, una dolencia crónica muy dolorosa, y descubrió que diez minutos de risa viendo películas cómicas le proporcionaban unas dos horas de alivio.
Principales beneficios de la risa en personas mayores
De hecho, la American Association for Therapeutic Humor (AATH) asegura que el humor terapéutico estimula la salud y el bienestar, y puede ser utilizado como un tratamiento complementario en determinadas enfermedades físicas o para enfrentarse a dificultades psíquicas. En España, el Dr. Ramón Mora Ripoll, también publicó hace unos años un manual pionero a nivel mundial, “Medicina y terapia de la risa”, en el que recoge sus múltiples beneficios para la salud.
Básicamente, la risa actúa de cuatro formas: distrae la atención, disminuye la tensión muscular, modifica la actitud ante el dolor, y aumenta la producción de endorfinas y adrenalina. Por este motivo, está comprobado que mejora los síntomas de depresión, reduce la ansiedad, eleva el estado de ánimo y la autoestima, alivia el insomnio, mitiga el dolor, potencia la producción de anticuerpos y linfocitos (que mejoran las defensas y ayudan a prevenir la aparición de tumores), facilita la digestión (por la actividad abdominal), es útil en la hipertensión (aumenta el calibre de los vasos sanguíneos, relaja el músculo liso de las arterias y reduce la presión arterial), aumenta la oxigenación y mejora la respiración…
Gracias a la risa… ¿a que no lo sabías?
– Se hace ejercicio físico: se activan 430 músculos a la vez y los pulmones trasladan 12 litros de aire, por lo que se fortalece el corazón y se intensifica el riego sanguíneo.
– Se relajan los músculos, especialmente los de la columna vertebral y las cervicales, donde solemos acumular tensiones.
– Se mueve el diafragma, ese gran músculo separa las cavidades abdominal y pectoral, y que tiene una importante misión en la función respiratoria.
– Se limpian los ojos: las carcajadas hacen vibrar la cabeza, despejan la nariz y el oído, y activan las glándulas lagrimales.
– Se oxigenan los pulmones y la piel.
– Se activa el sistema neuroendocrino favoreciendo la producción de neurotransmisores o mediadores en el cerebro, que ayudan a un buen equilibrio psíquico de la persona. Provoca gran serenidad, reduce la ansiedad y el estrés, y aumenta la creatividad.
– Se estimula el sistema nervioso para generar una serie de sustancias que actúan sobre el sistema inmune y lo fortalecen.
– En algunos casos, presenta efectos analgésicos.
¿Cómo lo ponemos en práctica?
En Dedicae recordamos siempre a nuestros pacientes que se puede vivir con alegría y con una actitud positiva y, sobre todo, procuramos darles motivos diarios para reír. Además, como expertos en la atención profesional a las personas mayores, siempre tenemos en cuenta que el sentido del humor no es igual para todo el mundo y que no a todas las personas les hacen gracia las mismas cosas.
Bajo esta premisa, siempre recurrimos a unas actividades básicas que suelen dar excelentes resultados:
– Jugar a juegos de mesa. Además de pasar un rato divertido, son muy beneficiosos para la estimulación cognitiva.
– Ver comedias o musicales en la televisión, a ser posible de su época, que pueden ayudarles también a despertar sus recuerdos y emociones más agradables.
– Contarles anécdotas e historias graciosas, aunque sean algo exagerada.
– Animar a que los niños y las mascotas de la familia vayan a verlos a menudo, ya que les arrancarán sonrisas casi sin proponérselo.
– Y, simplemente, buscarse alguna excusa para reír, porque la risa es absolutamente contagiosa.