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Unos de los recuerdos que tengo de mi infancia es el de ver a mi madre cuidando de mis abuelos, los dos fallecieron en la casa de mis padres.
Ella no se había preparado para ello ni tenía conocimientos específicos para cuidarles, pero suplía su falta de formación con enormes dosis de sentido común, sentido del deber y sobre todo con la energía que te proporciona el amor por los tuyos. La recuerdo preparándoles los mejores platos, limpiándoles y arreglándoles para que se sintieran cómodos o calmar su dolor y procurando siempre el calor de toda la familia.
Han pasado muchos años de aquello, el escenario sociodemográfico ha cambiado significativamente en las últimas décadas. El modelo de familia ha sufrido grandes cambios (reducción del tamaño familiar, creciente incorporación de la mujer al mercado laboral, disminución del número de hijos, aumento de la tasa de divorcios). España es el segundo país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida, además del gran incremento de las patologías crónicas que con el tiempo van generando graves problemas de discapacidad y dependencia. El reto actualmente no es el de ofrecer más años de vida sino el de ofrecerlos con calidad.
Todos estos elementos provocan que los cuidados que se precisan actualmente sean cada vez más complejos, pues ya no son solo los derivados de la dependencia o fragilidad consecuencia de la edad. Algunas de las patologías crónicas más frecuentes pueden dejar secuelas que provocan necesidades de cuidados de mayor complejidad (ICTUS, ELA, Parkinson) y otras como el cáncer en fases avanzadas de la enfermedad también generan la necesidad de recibir cuidados.
Los pacientes cada vez con más frecuencia son dados de alta con oxígeno, sondas o con tratamientos que debemos mantener y controlar en casa.
Este contexto pone de manifiesto la relevancia que adquieren los cuidadores y sobre todo la relevancia que tiene la formación específica que aporte la seguridad y calidad necesaria a los cuidados que se presten en cada una de estas situaciones.
La situación emocional del individuo enfermo o dependiente juega un factor decisivo en la recuperación de la salud, del bienestar y la calidad de vida. Por eso entendemos el hogar como “lugar terapéutico”, las personas se mantienen conviviendo con familiares y amigos y en un entorno conocido, lo que les da sensación de tranquilidad y confort.
Pero elegir la opción de cuidar a una persona en su domicilio, aun cuando su salud sea muy delicada y/o comprometida es complicado y a veces muy difícil. En estas situaciones el binomio cuidador-familia juega un papel decisivo y su compenetración es una pieza clave para que todo fluya.
Cuidar no es un oficio, cuidar a otra persona cuando más te necesita, cuando es más vulnerable, es de las misiones más importantes que te puedes plantear. Por eso lo primero que le pido a alguien cuando dice que quiere cuidar es COMPROMISO y por supuesto interés y ganas por aprender y formarse todos los días. Es por eso que en Dedicae apostamos todos los días por la profesionalización de la figura del cuidador.
Natividad Comes
Enfermera y Directora de Cuidados de Dedicae
Servicios Dedicae:
Cuidados de personas mayores a domicilio en Madrid