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El dolor es un síntoma frecuente, aún más en las personas mayores. De hecho, se estima que entre un 50 y 80% de la población mayor de 65 años presenta algún tipo de dolor en su día a día.
¿Qué es el dolor crónico?
Podemos hablar de dolor crónico cuando la persona manifiesta dolor más de cinco días por semana, durante más de tres meses de forma continua o intermitente, con una intensidad moderada o alta y/o afectando a su capacidad de realizar sus actividades habituales. Con respecto a España se estima que el 70% de los mayores de 75 años en España padecen dolor crónico.
Pese a estas cifras, el dolor no forma parte del proceso normal del envejecimiento. Inicialmente el dolor puede ser un síntoma que nos alerta de algún problema o enfermedad, pero cuando se transforma en crónico, se convierte en una enfermedad en sí mismo. Además, e independientemente de la edad, el dolor crónico suele coexistir con depresión, ansiedad, alteraciones del sueño, fatiga, disminución del rendimiento cognitivo y físico repercutiendo en las actividades de la vida diaria.
Sin embargo, se sabe que, en el caso del dolor crónico, un 39% de las personas tardan más de un año en ser diagnosticadas y un 29% considera que el tratamiento que recibe no es adecuado, y que su tratamiento siempre mejora su calidad de vida.
¿Puede tratarse el dolor crónico?
Tratarlo contribuye positivamente a aumentar su apetito, mejorar su descanso y ayuda a afrontar su día a día con más energía y ánimo.
En las personas mayores, atender correctamente el dolor es muy complejo por los cambios relacionados con la edad y las patologías crónicas habitualmente asociadas, así como por las posibles deficiencias sensoriales y alteraciones en la forma física. Su valoración puede ser difícil, sobre todo en caso de alteraciones cognitivas. Decidir el medicamento correcto es complejo porque las personas mayores suelen estar polimedicadas, y además la edad se acompaña de posibles alteraciones en la absorción, la distribución, el metabolismo y la excreción de los fármacos.
Tratar el dolor en personas mayores necesita un enfoque personalizado, habitualmente multidisciplinar en el caso del dolor crónico, y una valoración que incluya una historia clínica, una exploración física adecuada, una valoración funcional y una evaluación del estado psicológico por lo que se debe recurrir a la consulta con el profesional sanitario de referencia.
¿Cómo detectar el dolor crónico?
Lo primero es detectar que existe dolor. En las personas mayores que no presentan ningún déficit cognitivo ellas mismas lo manifestarán, pero puede ser complicado en personas mayores con alteraciones cognitivas. Por una parte, por la tendencia general a infravalorar el dolor y su impacto en los mayores como algo “normal para su edad” y por otra, por la posible dificultad de la persona para comunicar lo que le sucede. Si es así, hay que estar atento a señales como:
- Cambio de estado de ánimo, pasando a estar enfadado, triste o deprimido, agresivo.
- Aparición de llanto frecuente, gemidos, suspiros.
- Respiración ruidosa o entrecortada.
- Quejas o petición de ayuda no concreta.
- Agitación.
- Cambio frecuente de posición o mantenerse en una posición no habitual.
Bien porque la persona lo manifiesta, y a veces en personas mayores hay que animar a que lo hagan (no querer molestar, miedo a “empezar a hacer pruebas”, vergüenza o “es normal para mi edad”), o bien porque muestran signos de padecerlo, el dolor una vez detectado debe ser tratado. Hay que acudir a un profesional sanitario para orientar el tratamiento adecuado.
¿Qué medicamentos son más habituales para tratar el dolor?
Aparte de medidas como fisioterapia u otro tipo de tratamientos no farmacológicos, entre los medicamentos a utilizar tendremos:
- Paracetamol, que además de su efecto para bajar la fiebre es también un analgésico. Está disponible sin receta y puede utilizarse para control del dolor ocasional. No se deben sobrepasar los 4 gramos al día, repartidos en tomas de no más de 1 gramo cada 6 horas. Hay muchas marcas comerciales con el fármaco solo o combinado con otros. Si lo utiliza, además de leer las instrucciones de uso, pregunte a un profesional sanitario ante cualquier duda.
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Hay muchos tipos con características distintas que influye en su uso correcto, contraindicaciones y efectos secundarios. Entre ellos, el ibuprofeno está disponible sin receta, pero eso no quiere decir que pueda usarse sin problemas, sobre todo en personas mayores en las que todos los AINE pueden causar efectos secundarios importantes o agravar problemas previos- Por eso, nuevamente consulte a un profesional sanitario.
- Esteroides (prednisona, dexametasona, hidrocortisona…), que por su efecto antiinflamatorio ayudan a controlar el dolor. Necesita receta. Su indicación, dosis, tiempo de tratamiento y pauta de retirada deben ser prescritas por el médico.
- Analgésicos opiáceos (tramadol, codeína, morfina…) tienen diferentes indicaciones en base a las características del dolor y su uso es seguro siguiendo las indicaciones y seguimiento de su profesional médico y de enfermería.
- Antidepresivos y antiepilépticos, que aparte de su uso como tales sirven para ayudar en el control del dolor, sobre todo el denominado dolor neuropático.
- Relajantes musculares, con cierta efectividad como medicamento que contribuye a potenciar el control del dolor, dependiendo del relajante, en dolor neuropático o en dolor osteomuscular.
- Medicamentos tópicos (cremas, pomadas, lociones), disponibles en diferentes tipos de fármacos, tienen también distintas indicaciones. Los más conocidos son las preparaciones que contienen AINE. Su utilidad es controvertida, aunque algún estudio apoya su uso como fármaco de apoyo en dolores articulares localizados. Las preparaciones que contienen anestésicos o capsaicina requieren una valoración y prescripción por profesional médico.
¿Qué precauciones debo tener en cuenta al tomar medicamentos para el dolor?
Aparte de las instrucciones concretas para cada uno de ellos, hay una serie precauciones a seguir para un uso seguro:
- No deje de utilizarlos de modo repentino, consulte a su profesional sanitario. Alguno de ellos puede dar lugar a efectos secundarios, incluso graves, si se dejan de bruscamente tras un período de uso continuado.
- Siga las indicaciones en cuanto a dosis, frecuencia de tomas, intervalos…pregunte cuando se prescriba las dudas en relación a qué hacer si se olvida o no se puede administrar una toma, si el dolor se agudiza o no se controla, interacciones con otros medicamentos, pauta en relación a las comidas.
- No ingerir alcohol mientras se esté con el tratamiento pues puede interferir con la efectividad para controlar el dolor o dependiendo del fármaco provocar la aparición de efectos adversos.
- Alguno de estos fármacos puede provocar estreñimiento. Prevéngalo con una dieta adecuada de verduras, legumbres, frutas, cereales integrales… y pregunte sobre que medicación utilizar en caso de que se presente o no se pueda hacer una prevención correcta mediante la dieta.
- Esté alerta ante la aparición de efectos secundarios, pregunte cómo prevenirlos y cómo actuar en caso de que se presenten.
Y además no olvidar que el apoyo familiar es clave para la atención del dolor en nuestros mayores. Aunque tengan un adecuado nivel de independencia los familiares y las personas implicadas en su cuidado deben estar informadas de su tratamiento, medicamentos que tienen prescritos, dosis, interacciones, efectos secundarios…. y hacer un seguimiento de que se sigue correctamente.
El dolor es un problema frecuente, pero puede abordase con unas pautas de cuidados adecuadas, orientadas a preservar calidad de vida. Consulte con su profesional sanitario de referencia.
Dr. Alberto Rodriguez Balo
Médico de Familia